En un estado de calma y claridad, la mente revela una cualidad esencial: la felicidad.
Cuando alcanzamos tranquilidad y lucidez al mismo tiempo, la felicidad surge de manera natural y espontánea.
Esto significa que la felicidad no es algo que debamos perseguir fuera de nosotros, sino algo que permitimos y que ya habita en nuestro interior. No hay magia en ello: simplemente la mente regresa a su estado natural.
La verdadera felicidad consiste en ser, en permitirnos habitar plenamente el momento presente. Cuando entrenamos, reconocemos o meditamos este estado, nuestra vida puede transformarse profundamente.
La meditación es, en realidad, un proceso de autodescubrimiento. Comenzamos entrenando la atención, pero este no es el fin último. Desarrollar una atención penetrante es como encender una linterna que ilumina las salas oscuras de nuestra mente, permitiéndonos mirar dentro de nosotros mismos con claridad y comprensión. Si quieres más ayuda puedes probar con el ejercicio práctico de gestión de emociones.
Si te interesa este post, es posible que te interesen los nuestros páginas de Meditación, Coaching de vida y Chikung.